viernes, 23 de abril de 2010

¡EH TÚ!


Cuenta la leyenda que Diógenes se encontró con Alejandro Magno cuando éste se dirigía a la India.

Diógenes dijo: “Durante meses estoy viendo pasar a ejércitos. ¿A dónde van?”.

Alejandro contestó: “Vamos a conquistar el mundo”.

“¿Y después que vas a hacer?", preguntó Diógenes.

Dijo Alejandro: “Luego volveré a casa a descansar y a ver crecer a mis hijos”.

Diógenes se rió y exclamó: “Pues entonces si al final lo que harás es descansar y estar con la familía, ¿para qué quieres conquistar el Mundo? y ¿qué necesidad tienes de hacerlo? Joven Alejandro, siéntate junto a mí y empecemos”.

Si la semana pasada hablábamos de César y su síndrome, hoy toca hablar de Alejandro y el suyo. Todo yin tiene su yang, y si el Síndrome de César a veces produce apatía e inhibición, el Alejandrino no es menos pernicioso aunque lo sea “ad sensu contrario” (no os asustéis que esta semana no hay latín).

Hay gentes, y cuando digo gentes digo managers, que viven en un estado de continua excitación mental. Y eso no es malo de por sí pero puede llegar a resultar cansado por lo cansino. Me explico.

Dentro de las funciones del directivo una de las más importantes es la de responsabilizarse de los problemas. Pero esto no significa que seamos responsables de todos los problemas que nos rodean. Lo que debemos ser es responsables frente a los problemas.

Todavía estoy por ver, y esto lo digo con tristeza, que alguien extraño al Equipo venga a mí despacho y diga: Ricardo me voy a hacer cargo del problema de…..” No amigos cantarines, no. En lo de hoy no existe el buen samaritano, y se impone el hacer frente a los problemas independientemente de que creamos sea justo o no. Y ahí debemos parar ya que, si no lo hacemos, caeremos en la hiperactividad y en intentar solucionar todas las situaciones que se presentan en la Compañía, más allá de nuestra función.

En la trilogía “Metamanagement” escrita por Fred Kofman, y en concreto en su primera parte, se hace una buena exegesis de lo anterior. Kofman divide la responsabilidad en 3 niveles:

1.- Responsabilidad Reactiva que es la orientada a corregir y minimizar los hechos.
2.-Responsabilidad Preactiva que intenta evitar los sucesos o minimizar el daño una vez producido el evento.
3.- Y Responsabilidad Creativa que utiliza la visión para hacer que sucedan cosas o hecho buenos. ¿Cómo? Pues anticipándose a los problemas para disolverlos antes de que tomén enjundia.

Hace un par de semanas leía una columna de Angela Gallifa en la publicación del IESE “Apuntes de dirección de personas”, que se titulaba “Cuando tú vas, yo vengo…. El DG con visión de futuro”. En ella, con mucho acierto para el que escribe, la autora empezaba preguntándose por qué algunas empresas han resitido esta etapa de incertidumbre mejor que otras. Como respuesta encontraba que la principal diferencia estaba en la capacidad de visión del DG (Director General).

Así los líderes visionarios, según Gallifa, implantan cambios antes de los que los acontecimientos se produzcan. No sólo ven el cuadro, sino también la forma de llegar a él y entonces inician el proceso tomando medidas que impliquen a todas las personas en esta visión. Para ello, como bien conocemos, hay que tener ejércitado convenientemente el músculo del riesgo.

Reconozco que no es fácil implantar cambios en este entorno, pero sólo así se evitan los procesos reactivos y preactivos que tanto daño han hecho en los últimos tiempos. Una anticipación a la crisis dando cabida a la visión creativa en los momentos de bienestar económico o de estabilidad empresarial y de mercados, es la mejor solución a la crisis futura.

En casa decimos que “un tonto y su dinero pasan poco tiempo juntos” que traido a lo nuestro y a nuestro Alejandro Magno bien podría cambiarse por ese “siéntate junto a mí y empecemos”.

Como decía al principio: “Eh Tú” (El Canto del Loco, 2008)

¡EH TÚ!



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