domingo, 7 de febrero de 2010

A CONTRATIEMPO


Por distintas circunstancias llevo semanas coincidiendo con políticos. La agenda de un político, de nivel alto digamos, funciona en partes alícuotas de 30 minutos. Me explico. Uno entra en la reunión con sus papeles bajo el brazo y a los 25 minutos exactos es inexorablemente interrumpido por el Secretario de turno que anuncia la siguiente visita.

Esto será efectivo pero tengo claro que no es eficiente. Los temas a tratar no pueden ser tan homogéneos como para que todos tengan una misma duración. ¿Os imagináis que todas las películas que hayan ganado un Oscar tuvieran el mismo metraje? o ¿que todos los libros que optaran al premio Planeta tuvieran el mismo número de páginas?

A mi me encantan las colas en los consultorios médicos. La gente se queja de la espera pero yo no. Nunca. A más espera, pienso, mejor atención y más personalizada.

Para tratar de cualquier asunto es necesario tener tranquilidad y sosiego. Como dice la canción de hoy: “es en la calma donde más claro suena la voz”.

Está claro que el tiempo en el trabajo es un recurso escaso y que resulta difícil conciliar la eficacia con las relaciones personales, pero no debemos olvidar que hoy en día la mayor parte de nuestro trabajo se centra en la solución de conflictos (que versan sobre personas) y no de problemas (acerca de cosas).

Dedicar el mismo tiempo a los conflictos que a los problemas no es síntoma de buen Manager y es por ello que recomiendo modificar la agenda cuando sea necesario para atender debidamente un asunto. El eje de una buena agenda no consiste en celebrar 10 reuniones en un día ¿no? o ¿acaso en la tuya sí?.

No hay cosa peor que aquella reunión en la que los participantes salen con la sensación de no haber sido atendidos.

La propuesta es trabajar en un nuevo modelo y cambiar la eficacia por la eficiencia.

En la “moleskine” nunca incluyo más de 4 citas por día independientemente del contenido de las mismas. Obvio que también hay unas cuantas reglas más como la puntualidad, tener los objetivos bien definidos, evitar interrupciones, agruparlas por temas coincidentes, etc

4 citas a 1 hora de duración son media jornada laboral con lo que todavía tengo tiempo para tratar nuevos asuntos o temas viejos de esos que siempre hay en el “to do”.

Como podéis imaginar la mayoría de las reuniones terminan antes de la hora señalada y es entonces cuando aprovecho para realizar algún encuentro informal, contestar el correo electrónico, o simplemente relajarme y tomar un cafetito.

De una buena planificación de las reuniones sacaremos una ganancia de tiempo, una cantidad ingente de información basada en la diversidad de opiniones y algo tan importante o más que lo anterior: una buena reputación tanto en Casa como fuera.

Como decía al principio: “A Contratiempo” (Revolver 2008).


A CONTRATIEMPO

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